Fiamma Nirenstein Blog

EN ISRAEL

lunedì 4 febbraio 2019 Generico 0 commenti
 



Canal5779.wixsite.com, 04 febbraio 2019

(por Fiamma Nirenstein, extraído del prólogo de "In Israele")

 

El que quiera festejar Israel en su septuagésimo cumpleaños tiene que dejar de confiar ciegamente en los estereotipos del orden mundial enraizado en la Guerra Fría; debe dejar de creer en el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, alimentándose de los sentidos de culpa del colonialismo europeo, del horror que fue la guerra mundial.

 

El pueblo judío no tiene nada que ver con estas culpas. Nunca fue colonialista, nunca combatió guerras de conquista. Fue agredido, subyugado, masacrado hasta el surgimiento del Estado de Israel. Luego se defendió exitosamente porque su determinación de vivir era definitiva y heróica. Lo que no se le puede perdonar es que despertó, empezó a caminar y se dirigió hacia su casa, Israel, Jerusalén, sin pedirle permiso a nadie. Se trata de 'autodeterminación', lo que se le concede a todos menos al pueblo judío.

 
 Hoy en día Israel está encarando quizás la peor de las amenazas de destrucción que le tocó bancarse desde su nacimiento: la de la presencia de Irán, con sus armas, en Siria, pegado a sus confines, apoyado por Rusia y servido en sus pretenciones de destrucción por Hezbolá con sus cientos de miles de misiles. Los palestinos, debilitados por sus múltiples negativas a aceptar una paz que le reconociera a Israel el derecho a existir, ya son un riesgo menor por más que el recurso continuo y cruel al terrorismo haga noticia todos los días. El odio teológico de los ayatolá, en cambio, crece en la sombra, apronta misiles balísticos, no abandona la ambición atómica, y hoy en día -increíble pero cierto- tiene a sus milicias en el límite setentrional israelí del Golán. De acuerdo a los ayatolás, a Israel hay que destruirlo hasta sus 'raíces podridas', así dicen, y la eco de este odio afecta todo el mundo musulmán, hasta Europa, con un nuevo antisemitismo genocida que amenaza el próspero y avanzado Estado de los Judíos.

 
 Sin embargo no es de asuntos estratégicos ni del antisemitismo europeo, cada vez más evidente, que vamos a hablar. Hablaremos de la magia que en setenta años le permitió a este pequeno país construir una sociedad democratica y fuerte a la vez, en el plano tecnológico detrás apenas de los EE.UU.

 
 El que quiera saber qué es Israel hoy en día, antes que todo debe viajar a lo largo y lo ancho del país, desde la paz verde del lago de Tiberiades y de Galilea al desierto del Mar Muerto, y abajo al Neguev en el silencio de Timne y del Gran Cráter y a las músicas festivas de Eilat, para luego volver a subir donde florecen las ciudades hasta Tel Aviv, llena de restaurantes y teatros, y a Haifa con los jardines colgantes de los Bahaíes y las fábricas, y al Interior en las cuevas con las estalacticas, a Beit She'an con sus ruinas romanas, a las montañas buscando manantiales, y por fin a Jersulanén o sea el Corazon del País. Multitudes entusiasmadas se encuentran en cada rincón, siempre que hacen una excursión estando de vacaciones, y mirando todo alrededor parecen no creer que es suyo de veras, su País, es mío, mío de verdad. Un senderoo, el Shvil Israel, recorre el entero País, y muchos jovenes se comprometen en caminarlo todo de mochila. Marcan el territorio, nadie nunca jamás se lo va a quitar. Conocen el nombre de cada planta, de cada kibutz que encuentran, comen pan y queso, duermen en el piso. Las familias de paseo les explican a los más chicos qué es esa flor y esa planta, el agua es venerada cuando, rara, sale de la tierra, con amor. Volvimos, parecen decir a cada paso, tras siglos de exilio, después de haber padecido cualquier poder y las peores de las locuras... ahora acá estamos, nosotros cultivamos, caminamos por donde queremos, sembramos el jardín de casa, inventamos. El que no entiende que de eso se trata el espíritu de Israel, el que no sabe que los Judíos están contentos simplemente por tener de vuelta una Tierra, luego de que en el 70 después de Cristo prendieron fuego Jerusalén y los romanos cambiaron el nombre de su Tierra por 'Palestina', no sabe de qué estamos hablando. 

Al llegar al aeropuerto Ben Gurion, en seguida sobresale el segundo ícono de la independencia judía: Israel es el País de los Niños, y eso lo nota sobre todo el europeo que ya casi no tiene hijos. Aquí, el promedio de hijos por familia es de tres. No se puede creer, en Israel hay chicos por todos lados, de todo color y dimensión, corriendo, llorando, riéndose, gritando, molestando, cantando, sonriendo amorosos... niños empujando carritos con otros niños, algunos chiquititos yendo de la mano de la mamá otra vez embarazada, otros en el porta-enfante llevado por su papá. No hay shopping en donde manadas de chicos descontrolados no se junten en especiales jamborees. Nada de familias religiosas. Tel Aviv la Laica es eso es, al igual que Jerusalén la Piadosa: un jardín de infancia. Ésta es la revancha histórica del pueblo judío.

Traducción de Andrea Ciprandi


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